09/10/2024
La sorprendente historia del humilde cuaderno
Fuente: telam
Desde la antigüedad hasta la era moderna, estos dispositivos han sido fieles aliados de comerciantes y artistas. Moldearon mentes creativas y han estructurado negocios
>Érase una vez, en una época casi olvidada, en la que no había teléfonos móviles, ordenadores portátiles ni ordenadores de sobremesa. En su lugar, personas de todas las edades utilizaban distintos tipos de papel encuadernado para organizar sus vidas. Por aquel entonces, los niños pequeños se peleaban por elegir el color adecuado para la portada de su cuaderno escolar. Los estudiantes mayores llevaban carpetas de tres anillas y discutían sobre las ventajas de las páginas de rayas anchas frente a las de rayas universitarias. Las adolescentes llevaban diarios, al igual que los adolescentes varones, que a menudo llamaban a lo que escribían “diarios”, porque sonaba menos vulgar. Sin embargo, el contenido de cada uno era exactamente el mismo: párrafos garabateados de introspección melancólica alternados con efusiones sensibleras sobre ese galán inalcanzable de la clase de inglés. Hablo por experiencia.
En el primer capítulo de The Notebook: A History of Thinking on Paper, Roland Allen describe la creación y comercialización de esas Moleskines de moda y sobrevaloradas. A continuación, se embarca en una pausada revisión histórica de cómo la escritura en papel ha dado forma a la civilización occidental. “Veo la historia de la aventura europea con el cuaderno», nos dice, “como una de ampliaciones -intelectual, económica, creativa, emocional- a medida que las mentes curiosas se expandían para interactuar con, y llenar, las páginas en blanco que los cuadernos presentaban”.
Además, su prosa revela una personalidad irónicamente ingeniosa: Un cierto mundo de W.H. Auden -una recopilación de los pasajes favoritos del poeta extraídos de sus numerosas lecturas- es, nos dice, el raro libro común “que se puede leer de principio a fin sin perder las ganas de vivir”. Tras aludir brevemente a los trabajos de Marie Curie sobre la radiactividad, rotula socarronamente una fotografía que acompaña al libro: “Notas de laboratorio de Marie Curie: manipúlalas con cuidado durante los próximos 1.500 años”.
“Las cuentas siempre se encuadernaban en libros de contabilidad por una razón similar”, explica Allen. “Las anotaciones en hojas sueltas podían falsificarse fácilmente, pero un libro de contabilidad con páginas numeradas era a prueba de manipulaciones. Esto a su vez significaba que los comerciantes podían delegar en subordinados o sucursales sin temor a malversaciones, lo que permitía a los comerciantes ampliar el círculo de sus negocios. Las compras, las ventas, los préstamos y las condiciones de los negocios ya no se anotaban de forma incoherente en un trozo de pergamino fácilmente reescribible: se consignaban cuidadosamente en un registro permanente que, en caso de litigio, era aceptado como prueba ante un tribunal”.
En el siglo XIV, el mundo del arte también cambió porque el papel, ahora abundante y relativamente barato, animaba al neófito a practicar el dibujo. Como escribe Allen, «la luz y la sombra, la forma, la masa, la observación del drapeado, la proporción, la perspectiva, la pose y la captación del parecido y la personalidad sólo pueden desarrollarse de una manera: dibujando y mucho». Los cuadernos de bocetos permitían a los artistas “desarrollar su propio estilo y repertorio”, a la vez que les servían de portafolio de lo que habían visto. Esto es especialmente importante, ya que un único encuentro con una pintura o un paisaje no es suficiente: “Si un artista quiere aprender de ello, necesita dejar constancia de ello y, al hacerlo, llegar a comprenderlo mejor. Así es como vive y crece el arte”. Describiendo los cuadernos de ese polímata que fue Leonardo da Vinci, va aún más lejos, argumentando que “Leonardo exteriorizaba, ponía por escrito sus pensamientos para poder manipularlos mejor”.Entre los diaristas, ninguno es más famoso -o notorio- que Samuel Pepys, que solía llevar lo que él llamaba un “libro de mesa”. No se trataba de una lista de sus restaurantes o recetas favoritas, sino de un pequeño volumen de papel especialmente tratado en el que se podía escribir y luego borrar con una esponja húmeda.
Saber esto, añade Allen, nos ayuda a entender con más precisión a qué se refiere Hamlet cuando soliloquiza tras ver el fantasma de su padre: “Sí, de la mesa de mi memoria/ borraré todos los triviales registros de cariño”.Una y otra vez, Allen nos recuerda lo esenciales que fueron los cuadernos para los logros de pensadores muy diversos, como el humanista Erasmo, el científico Charles Darwin y esa ingeniosa escritora de novelas policíacas que es Agatha Christie. Habla de los cuadernos de bitácora, los libros de composición musical, la contabilidad por partida doble (logro de Luca Pacioli, amigo íntimo de Leonardo), los cuadernos de naturalista, los diarios, la escritura expresiva, la obsesiva toma de notas del senador Bob Graham y el estudio académico de los “egodocumentos”, término que engloba diarios, memorias y otras formas de escritura autobiográfica. Nos cuenta que Virginia Woolf leyó al menos 66 diarios publicados y recuerda el cínico pero aún útil consejo de Mae West: “Lleva un diario, y algún día él te llevará a ti”.
Al igual que los numerosos ejemplos que recoge, la historia del cuaderno de Allen instruye y entretiene a la vez. La mayoría de los capítulos se basan en entrevistas con investigadores contemporáneos, y hay una bibliografía sencilla pero útil. Es más, en sus páginas finales Allen subraya que el encanto de la página en blanco continúa incluso en nuestra era digital: Sólo escribiendo o esbozando en papel puede uno establecer esa conexión casi mística de lo que el movimiento Arts and Crafts llamaba “cabeza, corazón y mano”. Uno desearía que Allen hubiera prestado algo de atención a los desarrollos en Asia y África, aunque esto hubiera hecho aún más largo un libro tan largo. Dicho esto, nos deja con una sabia máxima árabe, que traducida al español reza así: “Quien no tiene un cuaderno en la manga no establecerá la sabiduría en su corazón”.
Fuente: telam