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06/12/2024

Grímsey: la isla ártica de vientos fuertes, cientos de aves y solo 20 habitantes

Fuente: telam

La comunidad, resiliente ante condiciones adversas, vive conectada a la naturaleza y ofrece a los visitantes una experiencia única de paz y belleza salvaje

>Grímsey es una Aquí, la vida se mueve al compás de las estaciones y la naturaleza, y la población, de unos 20 habitantes, es testigo de la grandiosidad de un ecosistema que, lejos de ser un desierto de soledad, es uno de los refugios más importantes para las aves marinas en Europa.

La isla se caracteriza por sus imponentes acantilados de basalto que abrazan la costa, una constante que la distingue del resto del paisaje islandés. Es un lugar donde el viento azota con fuerza, especialmente en los meses más fríos, pero también donde la vida avanza de manera un tanto diferente al resto del mundo. En un año cualquiera, más de un millón de aves marinas, entre ellas los simpáticos frailecillos, las gaviotas de patas negras y las alcas, hacen de Grímsey su hogar.

A lo largo de la historia, la isla fue testigo de un lento, pero constante proceso de asentamiento, ligado principalmente a las actividades pesqueras que han sido la base de la economía local durante siglos. Aunque las condiciones extremas del océano Ártico, a veces tan embravecido como para alcanzar olas de hasta 15 metros, han limitado el acceso a la isla, el pueblo que habita Grímsey ha aprendido a adaptarse. Hoy en día, aunque muchos de los pescadores se aventuran hacia las aguas más al norte, la isla tiene una infraestructura moderna que incluye un pequeño puerto, dos casas de huéspedes, un pequeño supermercado, y hasta una iglesia que data de hace 800 años.

En 2017, se inauguró un monumento llamado Orbis et Globus, que marca el punto exacto donde el Círculo Ártico cruza la isla. Este enorme globo de concreto de más de tres toneladas se mueve cada año para ajustarse a los cambios sutiles de la línea del círculo, un recordatorio de los pequeños, pero fascinantes detalles que hacen que Grímsey sea tan especial.

Durante los meses de verano, Grímsey se convierte en un lugar de desconexión para los turistas que buscan sumergirse en su atmósfera única. Ya sea caminando entre las rocas y los acantilados, observando los frailecillos que anidan en las rocas, o simplemente disfrutando de la paz que emana del lugar, cada visita ofrece una experiencia enriquecedora. La tranquilidad es una de las grandes ofertas de la isla, lo que la convierte en un destino ideal para aquellos que desean escapar del ajetreo y estrés del mundo moderno, en un país que tampoco es tan conocido para el turismo y que tiene muchas actividades para realizar.

Fuente: telam

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