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11/01/2025

El hombre que sobrevivió a tres accidentes aéreos y no dejó de viajar en avión: “La última vez sentí que volví a nacer”

Fuente: telam

José Benito López Carballedo tiene 90 años y es el presidente del Club Español de Buenos Aires. Amante de la aviación, se salvó tres veces de la muerte cuando las aeronaves en las que volaba se estrellaron. Aquí, su historia de emigración y el vínculo que lo une con Argentina: “Este país tiene algo que es único”

>El 14 de octubre de 2024, José Benito López Carballedo festejó su cumpleaños número 90. Dos meses y medio después, el 28 de diciembre, volvió celebrarlo. Esta última fecha coincide con el quinto aniversario de la vez que salió ileso de un accidente aéreo. Pero no fue la primera: antes hubo dos más.

José nació en 1934 en la localidad española de Castroverde, provincia de Lugo. Hijo de Antonio López y Segunda Carballedo Díaz, fue el último de los seis que tuvo el matrimonio. A la Argentina emigró en 1952, cuando tenía 17 años. “Vine en barco. El viaje duró 21 días. Éramos mil pasajeros divididos en dos camarotes: uno para hombres y otro para mujeres. A mí me gustaba más estar con las mujeres, pero tenía que estar donde me mandaban”, recuerda entre risas.

Según dice, su interés por la aviación no radicaba en pilotar, sino en la comodidad que brindaban para viajar, tanto a España como a su campo, al que bautizó “La Angelita”. De hecho, los tres siniestros a los que sobrevivió, sucedieron camino hacia ese lugar. “Los dos primeros fueron ‘accidentes tontos’ por fallas en el tren de aterrizaje. La primera vez, dimos varias vueltas y quedamos parados. Estaba con unos amigos y mi mujer. Ella y yo bajamos de la mano. La segunda vez, en 2008, los pilotos se despistaron y aterrizamos de panza. Ahí tampoco nos pasó nada: salimos del avión sonriendo. De la tercera todavía no pudimos saber los motivos. Pero esa vez fue diferente… Ese día volvimos a nacer”, dice mientras escrolea en la pantalla de su teléfono celular buscando imágenes de cómo quedó la aeronave, destrozada, sobre un campo de maíz.

El episodio al que se refiere López Carballedo ocurrió el 28 de diciembre de 2019. Ese día, José, su esposa, sus hijos y sus nietos abordaron un avión privado para realizar “un vuelo de prueba”. “Como tenía un poco más de presupuesto, quería cambiar mi avión por otro mejor, para viajar a Europa y hacer menos escalas. Finalmente, conseguí uno que reunía las condiciones que pretendía e hicimos el famoso viaje de prueba. El avión estaba en Estados Unidos y había llegado hacía dos días a la Argentina”, repasa José.

Sin motores, los pilotos improvisaron. Primero intentaron aterrizar en Mar del Plata, pero desistieron. “Vamos a hacer un desastre”, vaticinó uno. Entonces decidieron volar a ciegas sobre la provincia de Buenos Aires. La secuencia duró 25 minutos: “Nadie decía una palabra. Yo iba junto a la ventanilla, intentando observar algo, pero no se veía nada de nada. Era todo nubes. Al lado estaba mi mujer: íbamos tomados de la mano. No pensé que podía morirme porque no tomamos mucha conciencia de lo que estaba pasando. Al no haber motores, el vuelo era sereno y sin ruido”.

José recién volvió a España en 1965, más de una década después de su partida. Llegó de sorpresa, dice, y su familia no lo reconoció. “Pasé años sin hablar con mis padres por teléfono. Nos manteníamos en contacto a través de cartas que mandábamos por barco o por avión. Numerábamos los sobres, que muchas se perdían en el camino”, cuenta y enseguida trae a colación una anécdota para dejar en claro que no todas sus experiencias con aviones fueron malas: “Para subirme al barco que me trajo a la Argentina tuve que viajar hasta el puerto en ferrocarril. Mi padre me acompañó hasta la estación. Recuerdo que nos dimos un abrazo en el andén, yo me senté al lado de la ventanilla y, desde ahí, mantuvimos un pequeño intercambio”.

El diálogo, según José, fue más o menos así:

—Papá, no llores que algún día voy a volver. Y voy a volver en avión.

—Pepillo, no vuelvas el avión a ver si todavía te caes y te lastimas.

El 5 de septiembre pasado, el Club Español de Buenos Aires, que José preside desde hace dos décadas, celebró su 172° aniversario. El lugar, ubicado en la calle Bernardo de Irigoyen al 100, se dedica a promover actividades sociales, culturales y benéficas, para fortalecer los lazos entre España y Argentina.

“Llegué aquí después de ser presidente de distintas instituciones, entre ellas, el club Deportivo Español, el Hospital Español y del hospital Gallego. Cuando asumí el cargo, el club estaba en una situación económica muy mala; pero, de a poco, lo fuimos recuperando”, dice orgulloso López Carballedo.

—Lleva más de 70 años viviendo en Argentina, ¿qué sentimientos le genera este país?

—Argentina tiene algo que es único. Te atrae a un nivel que, a pesar de todos los inconvenientes que hay, es muy difícil dejarlo. Yo me considero más argentino que español. Los admiro y, a la vez, los critico. Empezando por mi familia, porque mis nietos también se fueron a vivir a Europa. Después volvieron. La emigración de mi época no es como la de ahora. Hoy salís de acá y, desde el avión, ya podés hablar por WhatsApp con tu familia. Yo estuve casi 15 años sin hablar con mis padres. Los motivos también son diferentes: mis hermanas y yo nos fuimos casi por necesidad; ahora emigran por la novedad.

—Uno tiene que ser muy desagradecido para no extrañar el lugar donde se crió. Yo me fui a los 17 años, eran otras épocas. Teníamos muy poquito, pero éramos tanto o más felices que hoy con más. Yo crecí en una zona rural, donde había ríos de poco caudal y podíamos pescar las truchas con la mano. En Pascua, subíamos a los árboles y agarrábamos los huevos de los nidos de las aves más grandes… Todo eso no se olvida. Por eso me gusta volver. La última vez fue el año pasado, después de mi cumpleaños. Y sí, volví en avión.

Fotos/Gastón Taylor.

Fuente: telam

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