13/07/2025
Fernando Aramburu: “Es muy humano el miedo a contagiarse de la desgracia, a estar cerca del dolor”

Fuente: telam
El gran escritor vasco habla sobre “Hombre caído”, su nuevo libro de cuentos, que aborda temas como la decrepitud, la muerte, la lealtad, los pactos íntimos en las parejas y la frustración
>Fernando Aramburu es uno de los más grandes y premiados autores en lengua española. Su novela Patria –esa historia formidable en la que dos familias amigas del País Vasco terminan enfrentadas por el terror y la manipulación política–, le valió el reconocimiento internacional y también la posibilidad de convertir su ficción en una exitosa y premiada miniserie.
Aramburu estuvo en Buenos Aires durante la Feria del Libro para presentar su nuevo libro de cuentos Hombre caído, un volumen integrado por catorce relatos atravesados por emociones y también por el terror y la inquietud. La mirada sobre la vejez, lealtad y la muerte, los pactos íntimos en las parejas, la frustración, el resentimiento.
— Es un placer leer Hombre caído y una lectura que ofrece también momentos, no diría de zozobra, pero sí de inquietud. Pienso por ejemplo en el relato de Beatriz, en el que la crueldad es uno de los temas. Beatriz está mal económicamente y a su pareja se le ocurre ir a buscar dinero a la casa en la que ella está cuidando a un señor hace muchos años. Pensaba en las cosas que puede llegar a hacer un ser humano sin siquiera considerar que están mal, ¿no? Me impresiona.
— Sí, hasta el humor es brutal.
— Un poco, sí. Creo que la culpa es del niño, del muchacho que fui, al que doy ocasión de participar un poco en mi literatura y esto es por medio de los cuentos.— No, en las novelas domina el señor metódico. El que se documentó. El que tiene que levantar historias complejas, pobladas con diversos personajes. En fin, que va a un desenlace. Que tiene que cerrar bien un conjunto amplio de páginas. De hecho, estos días he descubierto que, según lo que escriba, me visto, me calzo una u otra personalidad creativa. Creo que no soy el mismo escritor cuando escribo novelas, cuando escribo poemas, cuando escribo relatos.
— ¿En qué ves eso, además del tratamiento de los temas?— Me quedé pensando porque, en general, uno imagina que los narradores, sobre todo los novelistas que escriben también libros de cuentos, hay como una cosa más relajada en los libros de cuentos en la medida en que muchas veces se van escribiendo en momentos entre novela y novela y así se van acumulando, hasta llegar a una cantidad que permite ya convertirse en libro. ¿Te pasa eso?
— En parte, sí. Lo que ocurre es que mis cuentos en realidad forman parte de un proyecto global que consiste en que yo deseo escribir un único libro de cuentos a lo largo de mi vida, del cual voy dando muestras cada cierto tiempo. Entonces, Hombre caído es la tercera muestra de ese libro hipotético que seguiré escribiendo.— No, Los peces de la amargura no era parte porque son de tema vasco. Pero soy autor de un libro de los años 80 que se titulaba No ser no duele y que también es de tipo un poco cruel, con historias que ilustran aspectos poco compasivos del ser humano, situaciones límite, traiciones, etcétera, etcétera, y ya con Hombre caído ese hipotético volumen de cuentos completos vamos a decir que es bastante grueso y espero seguir añadiendo más piezas. Cada muestra es fruto de una selección. Esto lo explicaste muy bien hace un momento, yo voy escribiendo cuentos y, cuando ya veo que tengo bastantes, hago una selección y elijo los que me parecen más dignos de la mirada ajena.
— Pero imagino que esa selección también incluye ver qué los une.— ¿Tomás notas sobre la gente cuando estás sentado en los cafés?
— Pudiera ser. Sí, sí que voy armado con un cuaderno y un bolígrafo y como no me fío de mi memoria, veo algo interesante y lo anoto. Pero es verdad que soy un paseante de la vida, siempre con una antena literaria puesta ¿no?— Me encanta escucharte porque me siento claramente descifrado.
— Te digo la verdad, yo fui consciente una vez publicado el libro y mientras corregía las pruebas de un detalle y es éste, precisamente, que muchos de estos cuentos están protagonizados por parejas. Matrimonios, hermanos, un padre y un hijo, un padre y una hija, sí. Y quizás eso tenga que ver con esta inquietud sostenida que tengo por la dificultad que tenemos los seres humanos para mantener relaciones armónicas duraderas. Nos amamos, nos abrazamos, pasa un tiempo y eso se va deteriorando, se va rompiendo. Incluso puede llegar a situaciones de confrontación violenta. A mí esto me da mucha pena y lo que hago es ilustrarlo no para buscar respuestas, ni siquiera para formular preguntas, que son frases que solemos decir los escritores en las promociones y entrevistas para salir del paso, ¿no? Es como una pequeña obsesión, una pena existencial que tengo. Y me la suscita la ruptura entre hermanos, las desavenencias familiares, las amistades que se rompen.
— A veces sí, pero soy muy pesado. No es fácil vivir conmigo.
— Pero quizás por eso escribo, porque así ideo aventuras, vidas que no son la mía… Pero también hay un punto en el que me reúno conmigo mismo y es un poco antes de terminar la jornada, esa mirada ante el espejo cuando acabó el día y uno se mira, es el momento de lavarse la dentadura, y uno se mira un momento y se pregunta: ¿actuaste bien? ¿Hiciste daño? ¿Cumpliste con tu tarea? Y yo necesito que el otro, que soy yo, me diga que sí. Entonces me voy tranquilo a dormir. O sea, tengo ese punto moral que hace tolerable que yo conviva conmigo mismo.
— Desde siempre no, pero vamos a decir desde los 17, 18 años. Eso se lo debo a Albert Camus. Es un hombre que ha determinado mi ética durante toda mi vida, que es la ética del respeto, del reconocimiento a la dignidad del otro. Quizás por eso mis historias son a veces un poco crueles, porque me gusta mostrar adónde conducen ciertas conductas insolidarias.
— Estamos viviendo en una era de la crueldad como no recuerdo. Es algo que no hemos visto y que baja desde los liderazgos.— Sí, coincido.
— Pero cómo se hace para que entiendan lo que no vivieron.
— Mencionaste recién además lo de los funcionarios. Las deudas de la democracia también tienen mucho que ver con eso. Cuando uno ve que efectivamente está el interés propio por encima del interés del servicio, digamos, se va creando una base como para que haya una desconfianza absoluta en el sistema.
— Así es. Elegir de manera democrática no garantiza la democracia del elegido.
— Eso es grave sobre todo porque cuando te hablo de una era de la crueldad ni siquiera estoy hablando solo por lo que podamos estar viviendo en la Argentina, sino por lo que uno ve en el mundo. Y la guerra, naturalizada. Eso es muy peligroso.
— Parecía que la pandemia nos haría mejores, sin embargo a la vuelta de la pandemia nos encontramos con que fue todo para peor.
— Sin embargo tenemos uno de tus cuentos en donde está prohibido ayudar al caído.
— ¿Cómo fue que decidiste nombrar el volumen con el título del último relato?
— Entiendo. Estamos hablando de catorce relatos. Catorce relatos que se escribieron a lo largo de cuánto.
— ¿De esa clase de historias qué cuento surgió de ahí?
— Con algo de violencia.
— Te aparecieron imágenes e ideas.
— Claro, claro.
— Aunque no tengan que ver entre ellos.
— ¿Y te pasó alguna vez que algunas de estas historias que se complementan se terminaron convirtiendo en una novela?
— Uno de los relatos, que es el más largo, que me gustó particularmente. Hay cuatro personajes, son dos parejas de vecinos y el cuento se llama “Klaus”. Contame un poco cómo surgió ese cuento.
— ¿Y “Klaus” surgió de cuál de las tres maneras que me comentabas?
— ¿Ah sí?
— A la manera del folletín.
— ¿No vuelve?
— Algo que aparece también en algunos relatos es la mención de, en general, mujeres latinoamericanas. Las latinoamericanas que están en Europa, en España hay muchísimas, aparecen en los cuentos como laterales o apenas mencionadas y siempre en tareas de limpieza o de cuidado. ¿Cómo estás viendo eso en la vida real? Porque la sensación ahí es que estás hablando de una realidad que es justamente esta, mujeres latinoamericanas que viajaron para poder mandar las remesas para que sus familias sobrevivan en sus países de origen.
— Claro.
— Totalmente.
— En tus cuentos aparecen la decadencia, la vejez y la posibilidad de una muerte más bien cercana en algunos de los personajes. Y siempre que te escucho pienso que sos una persona muy metódica, muy organizada; ya varias veces mencionaste tu proyecto en relación al libro de cuentos final. Y me pregunto si tenés también pensado lo que va a ser de vos en unos años. Es decir, si le dijiste a tu familia qué cosas querés para vos dentro de unos años. En uno de los cuentos hay un geriátrico, una residencia para mayores. ¿Es algo en lo que pensás?
— Me vas a hacer llorar, eh.
— Sí, sí.
— Siendo Unamuno.
— Hablaste de proyectos de escritura. ¿A qué te gustaría dedicarte en los próximos años?
— Dijiste que el libro de cuentos ya es bastante gordo. ¿Pensás que podría haber más cuentos todavía?
— Un tábano.
Fuente: telam