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14/08/2024

“Lo que se pierde se tiene para siempre”: la prosa de Alejandra Kamiya llega al teatro

Fuente: telam

Los cuentos inolvidables de la escritora japonesa-argentina alimentan la obra dirigida por Anahí Berneri, con actuaciones de Sofía Gala, Sandra Ballesteros, Enrique Amido y Camila Marino Alfonsín

>Sus títulos son microrrelatos. Como si no hiciera falta más. Lo dicen todo. Los árboles caídos también son el bosque, El sol mueve la sombra de las cosas quietas y La paciencia del agua sobre cada piedra (que va por la novena edición con Eterna Cadencia). Alejandra Kamiya, la autora de los títulos largos y los cuentos inolvidables, como la bautizó Hinde Pomenariec, llegó al teatro de la mano de Javier Berdichesky y Andres Gallina, con música original de Jackson Souvenirs, dirección de Anahí Berneri y producción ejecutiva de Dumont4040.

El padre es ebanista y está todo el día en el taller con sus maderas y los encargos que le hacen los clientes. Como en otra galaxia. Hay enojo. Hay distancia. Hay indiferencia. O no. Es evidente el abismo entre los dos. Algo los partió. Y ahí es donde la hija de ambos entra en juego como una especie de puente que trata de unir (se separaron) las partes en que se ha dividido su vida, que también es la vida de todos los que forman el elenco de la obra.

”Hoy es jueves y los jueves almorzamos juntos. Hablamos mucho, o lo que para nosotros es mucho. Ninguno de los dos somos personas que otros consideren conversadores”, dice Sofía Gala en la escena que visita a su papá (en la ficción) en el taller de carpintería. Y esas son, a su vez, las primeras 4 líneas del cuento “Arroz” y ahí estaban padre e hija comiendo en el patio de un restaurante de San Telmo.

No es indispensable conocer los textos de Alejandra Kamiya para poder disfrutar de Lo que se pierde se tiene para siempre. Y eso es otro punto a favor que regala la puesta en escena. Es más. Podría ser un cuento más de las antologías editadas por Eterna Cadencia y no nos daríamos cuenta. Porque la dramaturgia de la pieza teatral de Javier Bordichesky y Andrés Gallina es absolutamente autónoma en su escenificación. Tiene vida propia y no es para nada dependiente de la trama de un cuento en particular. Más bien utiliza diálogos, personajes y situaciones de varios de los relatos que encontramos en Los árboles caídos también son el bosque y de El sol mueve la sombra de todas las cosas y les da vida. Y es eso lo que la hace única.

Sin embargo, y a modo de excepción que confirma la regla, hay un cuento, “Separados”, que sospecho es la columna vertebral del libreto y que la obra reproduce tan fielmente que, después de haber visto a los actores en acción, me resulta difícil volver a conectar con aquellos protagonistas que yo misma imaginé mientras leía. Hasta a veces, en medio de las interpretaciones de Marita Ballesteros o Enrique Amido, me parece ver a la propia escritora caminando, etérea, por el escenario con su vestido de seda floreado. Todo en esa noche era Kamiya. No se explicar bien porqué. Pero fue así.

Hay temas recurrentes en la obra de la cuentista. Como también hay preguntas sin respuesta. La escritora nos interpela en cada renglón. Y los interrogantes están presentes bajo diferentes formas y en la voz de diversos animales, cosas o personas. En la trilogía de cuentos de Kamiya identifico grandes temas: el amor, la infancia, la fragilidad de la vejez, la muerte. Y la pieza teatral de Anahí Berneri los recorre a todos, en una hora, de arriba hacia abajo y viceversa.

Hubo un tiempo en que hubo amor y fueron felices. Pero ya no. Algo pasó y entre todos los presentes haremos lo imposible por averiguarlo y hasta por ayudar a la hija a reunir las piezas rotas, también. “Cuándo mamá empezó a preguntarme las mismas cosas varias veces, pensé en traerla a casa a vivir conmigo. Cuando se incendió la cocina, no dudé. (…) Con la crueldad de la que solo el destino es capaz (a Papá) le diagnosticaron Parkinson. No fue tanto el cambio en sus manos como en el resto de él. Se volvió huraño. Siempre lo había sido en cierto modo. Odiaba todo. (…) Los días previos a la mudanza de mi padre a casa fueron muy parecidos a aquellos segundos. Imágenes de cómo iba a ser la vida juntos, me aterrorizaba”.

* ”Lo que se pierde se tiene para siempre” podrá verse durante agosto y septiembre en Dumont4040 y las entradas se consiguen por

Fuente: telam

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